¿Sabías que 200 000 vacas, ovejas y otros animales de granja viajaron en un barco en condiciones asfixiantes hasta quedarse sin alimento y morir de inanición? Sucedió hace algunos meses, mientras esperaban la reapertura del Canal de Suez. La mayoría procedía de Europa1.
Todo este sufrimiento proviene del comercio de exportación de animales vivos, que viajan hacinados en barcos abarrotados por todo el mundo para acabar siendo sacrificados y despiezados a su llegada, reducidos a carne y cuero2.
Nueva Zelanda ya ha prohibido este tipo de exportaciones y Reino Unido también planea hacerlo. A medida que la presión por una prohibición mundial aumenta, la UE ha empezado a revisar sus normativas actuales, lo que podría llevar al fin de esta práctica3.
Lo que ocurrió en el Canal de Suez no es un ejemplo aislado de esta clase de tragedias. En diciembre de 2020, casi 3000 terneros salieron de un puerto español, pero no llegaron a ningún destino: varios países les negaron la entrada. Estuvieron varados en el mar durante tres meses en condiciones dramáticas hasta que los devolvieron a España, donde fueron sacrificados4. En noviembre de 2019, casi 15 000 ovejas se ahogaron en la bodega de una embarcación que zozobró a su salida de Rumanía5.
Aunque no todos los trayectos tengan el mismo desenlace, estas travesías siguen siendo trágicas. Los animales sufren un gran estrés y a menudo se enfrentan a la deshidratación extrema, la fatiga, el hambre y, por último, la muerte, incluso en condiciones normales, sin que se produzcan retrasos o accidentes. Los que sobreviven a estas terribles condiciones acaban siendo transportados a un matadero.