Por qué es importante

En la recuperación ecológica no hay sitio para el carbón, el petróleo y el gas. A lo largo de 2020, una gran cantidad de personas se ha movilizado en toda Europa para mandar ese mensaje alto y claro a las autoridades.

Por fin, en diciembre del año pasado, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, publicó un proyecto de ley que impedía que el sector de la energía fósil (que engloba a la industria del gas) tuviera la consideración de «inversión ecológica» y, como consecuencia de ello, no pudieran optar a los fondos de recuperación¹.

Sin embargo, desde aquel momento, el lobby gasista ha hecho todo lo posible por crear un vacío legal en ese proyecto de ley antes de que lo aprueben las otras dos instituciones de la UE: el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo. La industria ha presionado tanto a la Comisión Europea que han logrado convencerlos de que reculen.

Hace poco, tuvimos noticia de una filtración: parece que la Comisión está dispuesta a permitir que la ley europea clasifique el gas como «inversión ecológica» a pesar de ser un combustible fósil. Afirmar que el gas es un método limpio para generar energía no solo está reñido con los estudios científicos sobre el clima, sino que también va en contra de las recomendaciones del Grupo Técnico de Expertos de la propia Comisión².

El proyecto de ley, que se denomina taxonomía porque crea categorías de inversiones positivas (es decir, verdes), se diseñó como método de referencia con base científica para evitar caer en «ecopostureos». Pero si permitimos que la industria gasista se salga con la suya, la taxonomía será una de las herramientas más importantes del mundo para que las empresas se hagan un lavado de imagen verde... y lo harán con el sello de aprobación de la UE.

Catalogar el gas como energía verde implica no tener en cuenta que las emisiones directas de dióxido de carbono que provoca son gigantescas; por si fuera poco, las emisiones de metano empeoran aún más la situación. El metano repercute 84 veces más en el cambio climático que el CO2: si un gas libera solo un 3 % de su contenido de metano, pasa a ser más contaminante que el carbón³. Además, muchas empresas del sector en Europa no realizan las mediciones adecuadas de este hidrocarburo a lo largo de su cadena de suministro y tampoco aprovechan las oportunidades que se ofrecen para reducir esas emisiones⁴.

No tenemos tiempo que perder en falsas soluciones. Por eso, ni el cambio de carbón a gas ni la cogeneración pueden definirse como inversiones ecológicas.

Estamos ante unas propuestas injustificadas que son todo lo contrario al Pacto Verde de la presidenta Von der Leyen y las aspiraciones de la Unión Europea en lo tocante a unos objetivos climáticos más ambiciosos. Si salen adelante, también perjudicarán y pondrán en tela de juicio el papel de la UE como abanderada de la lucha mundial contra el cambio climático.

Por estos motivos, es imprescindible que se rechacen las propuestas de los grupos de presión del sector del gas y se presenten otras más acordes con los intereses de la ciudadanía y el planeta.

1. https://ec.europa.eu/info/business-economy-euro/banking-and-finance/sustainable-finance/eu-taxonomy-sustainable-activities_en
2. https://www.euractiv.com/section/energy-environment/news/leak-eu-considers-expanding-role-of-gas-in-green-finance/
3. The Hidden Emissions from Gas-Fired Power: https://www.climatebonds.net/files/files/eu-gas-briefing-220221.pdf
4. https://www.bloomberg.com/news/articles/2021-03-17/european-natural-gas-is-a-long-way-from-tackling-methane-leaks ; Market survey: methane emissions from natural gas companies: https://www.duh.de/fileadmin/user_upload/download/Projektinformation/Energiewende/Positionspapier_Markabfrage_Gas_2021_ENG_20210316_FINAL.pdf

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